miércoles, 29 de enero de 2020

DESHAUCIO EN EL BALCON



En la sala de espera de las últimas que llegaron, el grupo  nuevo sospechoso de desobedecer las normas con sus rasgos característicos -hojas verdes, tallos con carácter-  relataba su nueva situación.

Habían sido despojadas de su hábitat de mala manera,no les habian dejado llevarse sus pertenencias: la jarra que las regaba, los maceteros, la reserva de tierra, todo habia quedado en el balcón, su hogar.

Y ahora estaban allí, en un sitio desconocido sin saber qué sería de ellas, mezcladas de cualquier modo: las del extremo del balcón  en la esquina con las de debajo de la ventana y con las del rincón de las plantas con flores.

Las habían arrancado unos gigantes de una rara especie animal con la complicidad de una de ellos, quien las habia regado cinco años con mimo.

El volumen del sonido del grupo aumentó.
Sonaba como el viento en las montañas.
La gigante llegó, cogió a una de las nuestras y nos fue pasando a sus amigos, gigantes también; dijo el aguacate más viejo con hojas de un verde brillante.
Cogió al poto, que arrastraba sus hojas y guias por los suelos (quizás sospechaba algo).

Luego le llegó el turno al rosal del alféizar de la ventana que compartía espacio con la azalea.
A la orquídea, de tallos largos y hojas gruesas no la tocó.

Los demás  escuchaban e intervenían a la vez.
- No nos miró a las hojas ni a las flores. No nos susurró una canción ni nos habló una a una, intervino una planta invernal que en el otoño habia dado flores color vino, la última que había llegado al balcón.

Tenía al grupo de gigantes muy bien adoctrinado, en fila, dentro de la casa.
Era un día gris, estábamos sedientas de agua y de sol.
Hacía varios días que no nos regaba ni aparecía por el balcón.

Podíamos haber sospechado que algo no iba bien.
Tampoco cumplió con su rutina: no nos movió  para ponernos cerca unas de otras, ni nos regó con mimo y tiempo.
Tampoco limpió el balcón ni nos contó sus alegrias y sus penas.

Alcancé a despedirme e intente advertir con mis hojas más nuevas mientras me izaban en el aire -dijo la dama de noche.

Los gigantes nos pasaron de manaza en manaza entre ellos sin mirarnos a las hojas ni reconocernos y nos colocaron juntas pero de cualquier manera cerca de una puerta y un coche y ahora estamos aqui, sin saber  qué será de nosotras.

Se miraron a las hojas y se lanzaron vibraciones a traves de minúsculas gotitas de agua que les permitieron pasarse información y proyectos sin que seres de otras especies lo detectaran.

Como sucedió en LA ESTRATEGIA DEL CARACOL, en la lejana Colombia, el plan de fuga saltó de hoja en hoja, de tallo en flor cayendo a la tierra y saltando a un recien nacido brote y de ahi a otra flor.

La dama de noche fue la primera en desverderizarse y dejar en su lugar un hermoso holograma igualito a ella.
Una a una, las microparticulas de cada una de las plantas pasaron a otra dimensión con tiempos distintos y volvieron a unirse junto a la orquídea y la planta de las flores del otoño del color del vino que se habían quedado muy solitas en el balcon.

Cuando las autoridades parecian haberlas olvidado en la sala de espera intentaron cogerlas para aplicarles la sancion correspondiente, los hologramas se hicieron humo.

Listas para darse alegría entre ellas, recibir el sol y el agua que una nueva gigante les proporcionaría en el mismo balcón que consideraban suyo, se verderizaron nuevamente, atomo a átomo  recomponiéndose y reconociéndose juntas y felices.




lunes, 27 de enero de 2020

PABLO DE COLORES

Pablo de colores
que juega a ser azul
cuando llueve.

Pablo de colores,
camaleón, 
que ahora es amarillo
como el sol,
rojo, rosa y fucsia 
como las primeras
flores de la primavera.

Cambia a gris
cuando se enfada;
que le dura poco,
le entra un viento fresco
de blanco
y pasa a imitar a las nubes

y es celeste por un rato largo. 


miércoles, 1 de enero de 2020

PINUS ALEPENSIS


Los altos eucaliptos reciben antes la luz del sol que el aloe vera pegado a la tierra.
Una fuente de hierro antigua suministra agua a las casas.
Los arboles invaden la vista.
Hojas secas se acumulan como si al barredor le surgiera una urgencia y las olvidara para siempre.
El ruido de un motor de gran potencia penetra la calma de la mañana salpicada de gallos, pavos y pajaros cantandole a la luz que rasga las sombras de la noche.
Mohamed ya esta levantado.
Los silbidos y estallidos de las bombas aun duermen en sus oidos y a veces lo despiertan como ahora.
Una metralla de imagenes huyendo de casa con su Abdulah, su Fatima, su Karima y su Ahmed se suceden ta-ta-ta-ta fuego detrás, fuego delante, gritos, vecinos cayendo, Karima en sus brazos corriendo hacia ninguna parte.
El ruido del motor va disminuyendo y un suave aroma a lavanda y romero sube a sus fosas nasales y lo deposita en su presente de paz y campo.
Formado en la Universidad de Aleppo, sabe como funciona el mundo.
El pais que le acoge sigue vendiendo armas y creando guerras como las que vivió pero también le ha abierto puertas para empezar de nuevo.
Suena una campana.
La hora del desayuno es temprana pero no tanto como sus oraciones del amanecer.
Hombres de distintos origenes y colores de piel van entrando en el comedor con sus bandejas de te humeantes y tostadas de pan con aceite de oliva.
Los saludos se suceden en uolof, francés, arabe, inglés y algunos "quillo", "miarma", "buenos dias", se cuelan con naturalidad.
Un Pinus Alepensis le recuerda sus origenes.
Hoy toca recoger alcachofas y puerros hasta el atardecer.