Daba vueltas y más vueltas, no podía dormir.
Encendí la luz, busqué “Los viejos marineros” y empecé a leer.
En cualquier parte.
Ya encontraría donde había quedado la última vez.
-Vine a vivir aquí porque nunca ví en el mundo dos lugares tan semejantes como
Periperi y Rasmat, una Isla del Pacífico donde viví unos meses…
-¿Veraneando?
El comandante sonrió:
-Náufrago…Entonces era aún segundo piloto. Iba embarcado en un barco griego…
De pronto sentí olor a café.
Un profundo y maravilloso olor a café…
Llevaba sintiéndolo desde el desembarco del héroe en Periperi.
Súbitamente, salí de la ensoñación ó duermevela, y comprendí, que no era posible que oliera a café recién hecho!! a las dos de la mañana.
Acerqué mi nariz al libro, tan llevado y traído de la biblioteca a casa y otra vez a sus estantes… y ni rastro.
La madrugada olía a café calentito.
La completa verdad sobre las discutidas aventuras del Comandante Vasco Moscoso de Aragón, Capitán de altura, traía sus aromas….
MUY BONITO RELATO! SI SEÑOR! ENHORABUENA :D
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