Tu cara me suena le dijo el periodista cuando el piloto rojo se apagó.
Descargaron cubos de agua que les sobraban a las nubes y las vertieron por igual sobre manifestantes y taurinos.
Una señora muy arreglada cruzó por delante de los que gritaban haciendo un gesto obsceno.
Unos pagaban por verlos morir, los otros, apenas un puñado, intentaban evitar su muerte.
Policías y palmeras, paraguas, gitanos, pancartas, camiones, toreros, vendedores de cojines y curiosos compartían la tarde gris.
La líder de los antitaurinos respondió que su cara debía ser muy vulgar.
El periodista siguió con el run-run en su cabeza…
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