sábado, 21 de enero de 2017

DETRÁS DEL MURO


El tiempo
se quedó pegado
a la pared
que todavía
tiembla.

La vibración
de las lonjas
escala manos arriba
hasta coronar
la víscera
que rítmicamente
lanza
sangre
roja
bum bum
bum bum

El tiempo
bum bum
bum bum

pegado
bum bum
bum bum

la pared
bum bum
bum bum

tiembla
bum bum
bum bum

late
bum bum
bum bum


lunes, 9 de enero de 2017

NOTICIA



Texto escrito y publicado por JOSÉ IGNACIO MONTOTO 
en el libro #LESBOS. HISTORIAS E IMÁGENES DE UN ÉXODO.
No le conocí pero admiro su sensibilidad a la hora de escribir,
a la hora de vivir.





El mar era una letrina. Los cuerpos flotaban hinchados, henchidos, amoratados y blanquecinos; a pesar de la negrura.

La densidad de las algas abrazaba sus piernas.
No parecía que la suerte navegase junto a aquellos aquella noche.

Llovía sobre las olas, sobre montículos de olas que se desplazaban en espiral derrotando a los valientes que... a las valientes que... a las promesas que...a los sueños que... al futuro que...

Una mujer de apenas dieciséis años abraza a su bebé en el fondo del mar. En el fondo del mal.

La nueva ola se aproxima a la orilla, lleva en su cresta los sueños de una vida mejor que reposa en las profundidades del lecho marino, lleva en su cresta los gritos, la esperanza y el abismo.

Este mundo es una bestia que se ve venir de lejos.

Nosotros, nosotros vivimos tranquilos. Conocemos la tranquilidad del lenguaje gracias a nuestras camas calientes, a nuestros sofás de Ikea y a nuestra compra semanal en Carrefour.

Pequeñas bolsas de agua asoman en los informativos.

El miedo, la impotencia y la náusea en mitad del mar.

Se ven venir.

Como a los cuerpos que por las noches se aproximan a la orilla de nuestras camas mientras los observamos, en silencio, en la reflexiva posición del que se sabe nada y alguien en mitad del camino, en ese punto, en ese punto se ven venir.

Los mensajes de Dios se ven venir.
Avanza la madrugada y un chorro de luna acompaña en silencio al cortejo.

El mar susurra sus nombres al amanecer.
La pleamar los va depositando uno a uno, formando montoneras en las playas, húmeda la entraña, ahogada la víscera, los labios agrietados.

Contemplen con parsimonia, a la mañana siguiente, la dureza del titular.