miércoles, 30 de julio de 2014

LA SANGRE NOS SALPICA


Señora: ¿tiene un minuto?

Somos de Amnistía Internacional, estamos juntando firmas para que las dos partes del conflicto, usted sabe lo que está pasando, verdad? Gaza, Israel, Palestina, los muertos… niños, señora, están muriendo niños…los pasos se alejan, se alejan…
Siguen de largo en la tarde calurosa…

Estamos a la sombra, en Plaza Nueva… cartones recortados simulando lápidas con nombres no simulados, son los nombres de los muertos de todas las edades que un periodista…

Un minuto, una firma, ¿tiene un minuto?... la familia entera se para en seco, mira los cartones-lápidas, los números 1, 2, 3, 5,:1235 personas que perdieron familias, casas, sus vidas!


Dos generaciones, escuchan, las caras consternadas, horrorizadas: Queremos el embargo de armas a todas las partes en conflicto, que no tengan armas, entiende? nadie, ni unos ni otros e investigación internacional, exigir a ambas partes que respeten el derecho internacional...


Firman, comentan, "una barbaridad"… "si con esto pudiéramos hacer algo… no sé si servirá, pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados"…

Un periodista, decía, captura con una paciencia infinita la memoria efímera anotando uno a uno los nombres, los nombres de los muertos…

“Yo estuve preso y me visitasteis, gente así, como ustedes”… “Mi mujer no puede dormir, llora todas las noches por los niños que mueren”… No fue preciso llamarle, comentarle, explicarle, vino solo.

Distintos rostros de personas de diferentes edades, orígenes, circunstancias, piernas que se acercan ó huyen de lo que no se puede huir, del dolor que nos golpea a todos, de las ganas de dormir y comer que desaparecen frente a la tragedia de uno, dos, cuantos van ya? ataques injustos, inhumanos, asesinos, asesinos, asesinos...





jueves, 17 de julio de 2014

¿EL MAR?




                                                       MARK SASHA


¿el mar?
¿la mar?
ruido de olas, 
color de espuma,
huellas de pasos de gaviotas en la arena mojada,
salitre,
conchas trituradas que pinchan, 
olas delineantes: lineas finas en la arena, 
algas, caracolas, medusas...
¿el mar?
¿la mar?
barcos enormes con turistas a bordo, 
barcos de pesca en noches de tormenta,
veleros blancos en mañanas azules y horizontes verdes,
¿el mar?
¿la mar?
agua, mucha agua al borde de la tierra,
fin del camino, principio de todo,
hogar de peces, corales, ballenas, tiburones...

no puedo definir el mar
una mañana me fuí a bañar, caí y el mar me tragó
dí vueltas y vueltas y vueltas muy cerca de la orilla
podía ver a los niños jugar con sus palas y moldecitos de plástico
manoteaba el aire queriendo escapar
mis pies se hundían en la arena blanda,
tropezaban con las piedras,
perdía el equilibrio, 
mis rodillas golpeaban las piedras,
volvía a caer
era imposible pero no podía salir
a respirar el aire
a tumbarme en la arena
a caminar...

entonces el mar me definió a mí.






miércoles, 16 de julio de 2014

EL TIEMPO Y CHICO BUARQUE







La primavera lanzando flores con aromas embriagadores,as golondrinas voltando formando círculos alegres frente al cristal...

Un picú en el suelo de un piso de estudiantes.

La joven escucha esos acordes diferentes por vez primera....

Crash crash...el disco confunde la caricia de la aguja a la pizarra ondulante

con los pasos tímidos del hombre que besa a su mujer y sube a la construcción...

Una mirada cómplice, un cigarro compartido y el long-play retoma:

...el hombre puso cuatro ladrillos, descansó, comió, bebió, sollozó y murió a contramano, atrapando al público...

El tiempo del amor trajo las sombras del día y continuó oscureciendo la habitación, repitiendo su crash crash….crash en el patinaje de la aguja en un mismo lugar...












lunes, 14 de julio de 2014

EL GUACAMAYO ROJO: UN VUELO TRANSOCEANICO Y MULTIGENERACIONAL.



Recomiendo la segunda novela de Manuel Machuca: 
El Guacamayo Rojo
La leerás...volando!!!


El guacamayo Rojo es una novela que refleja la vida de mucha gente que tuvo que emigrar por una razón ú otra.

Creo que ni los Ortega ni Luis Guzmán saben qué vida les espera en Sao Paulo, Brasil pero se arriesgan y aunque las sucesivas generaciones de parientes del sevillano y él mismo parten de realidades muy distintas, tienen en común la necesidad de "começar de novo" y el valor para hacerlo.

Me resultaron muy cercanas las referencias musicales y literarias que reconocí enseguida, cómplice del embrujo que desde siempre ha ejercido este maravilloso país.

Me gustó también la construcción de los personajes, de los lugares en distintas horas de la historia, de los hábitos y formas de actuar haciéndonos sentir ahora en 1904 en ese barco con rumbo incierto tomado en el último momento, ahora en nuestros días con todos los detalles de la comunicación, la tecnología y las mismas necesidades históricas, sociales, económicas de emigrar.

Volví a recorrer con luis, Bernardo, Dolores, Carmen, Manuel, Luisa, Juan, Tía Gloria, Rebeca y los demás las calles de Sao Paulo, "donde se comen las mejores pizzas del mundo".

Después de una segunda vuelta de lectura sosegada recocnozco detalles que se me pasaron por alto en la avidez del primer contacto.

Manuel ha tenido todo el arte de hacernos sentir a todos sus lectores muy cerca de los personajes de su segunda novela.
Parabens!!

Nota:

Como Luis Guzmán, soy nieta de emigrantes y bastante andaluza.
Soy brasilera de corazón y viajes y uruguaya de nacimiento y nostalgias.
Por todo eso, escribo esta pequeña reseña, mucho más a partir de mi experiencia vital de emigración, que como crítica literaria.

A ARARA VERMELHA: UM VOO TRANSOCEANICO E MULTIGERACIONAIS


Recomendo a segunda novela de Manuel Machuca:

A Arara vermelha
A Lerás...voando!!!


A arara vermelha é uma novela que reflete a vida de muita gente que teve que emigrar por uma razão ou outra.

Creio que nem os Ortega nem Luis Guzmán sabem qual vida lhes espera em São Paulo, Brasil, mas se arriscam e ainda que as sucessivas gerações de parentes do sevilhano e ele mesmo partam de realidades muito diferentes, têm em comum a necessidade de começar de novo e a coragem para fazê-lo.

Resultaram-me muito próximas às referências musicais e literárias que reconheci em seguida, cúmplices do encanto que desde sempre tem exercido em mim este maravilhoso país.

Gostei também da construção das personagens, dos lugares em diferentes momentos da história, dos hábitos e formas de atuar nos fazendo sentir agora em 1904 nesse barco com rumo incerto tomado no último momento, agora em nossos dias com todos os detalhes da comunicação, a tecnologia e as mesmas necessidades históricas, sociais, económicas de emigrar.

Voltei a percorrer com Luis, Bernardo, Dolores, Carmen, Manuel, Luisa, Juan, Tía Gloria, Rebeca e as demais ruas de São Paulo “onde se comem as melhores pizzas do mundo”.
Após uma segunda volta à leitura sossegada reconheço detalhes que se me passaram por alto na avidez do primeiro contato.

Manuel teve toda a arte de fazer-nos sentir a todos seus leitores bem perto das personagens de sua segunda novela.

Parabéns!!

Nota:

Como Luis Guzmán, sou neta de emigrantes, e bastante andaluza.
Sou brasileira de coração e viagens, e uruguaia de nascimento e saudades.

Por tudo isso, escrevo essa pequena resenha muito mais a partir da minha experiência vital de emigração, que como crítica literária.







"Era el último día de 1904 cuando el barco que llevaba a Bernardo 
Ortega
 y a su familia atracó en el puerto brasileño de Santos"...

"Era o último dia de 1904, quando o navio que transportava Bernardo Ortega

 e sua família desembarcaram no porto brasileiro de Santos '...




















jueves, 10 de julio de 2014

EL SOL NO HARA SOMBRA




Había elegido esta senda porque no suelen encontrarse caballos salvajes.


El ritmo monótono del ronquido del peregrino que llegó tarde al albergue y se durmió rápido lo arrulló como una canción de cuna.

Había llovido y lo que en otro momento hubiese sido una habitación con demasiada gente se había transformado en una confortable compañía que entibiaba la noche.

El estrépito que provocó su caída a las cuatro y media de la madrugada lo despertó y ya no se volvió a dormir.

Sigilosamente recogió sus escasas pertenencias estirando los brazos para alcanzar el otro extremo del colchón en busca de lo que siempre se pierde en un albergue a oscuras.

Ha soñado con las últimas palabras de su padre y las advertencias de sus tías intentando disuadirlo para que no haga la Senda de Tomás.

Pisó muy fuerte el suelo porque aunque no era la hora en que ocurre, más vale prevenir.

Se acomodó el pelo reconstruyendo la coleta, recogió las botas que previsor había memorizado donde estaban y salió en puntillas dejando atrás la banda sonora de silbidos y soplos.

Las estrellas brillaban aún y se colaban por la ventana mal cerrada.

Se calzó lentamente, se colocó el abrigo y con el bastón en la mano y la mochila al hombro salió al camino y cruzó la carretera.

Los molinos estaban detenidos y blancos.

Solo y escuchando sus pisadas se adentró en el bosque que se adivinaba dentro de la niebla.

Felizmente solo.

Respiró hondo, pisó firme y un agradable olor a hierba mojada inauguró su día 56 de la Senda del Noreste.

Cuando sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad empezó a clarear.

Algunos gallos se animaron y uno aquí y otro allá anunciaron la llegada del sol que descubre figuras erguidas y azules que resultan ser árboles hasta que aparece un bosque que parece no tener fin.

Dentro de los pantalones desmontables con bolsillos sus piernas se continuaban en unos pies grandes sin que medie afinamiento alguno dandole rotundidad a su cuerpo achaparrado.

Se abandonó a la placidez del creciente calor y a la luz que rápidamente ascendía pintando las hojas de los árboles.

Sintió hambre y cuando divisó el bar al final de la última curva enmarcada por las copas enlazadas de los árboles recordó su secreto pero ahora le apetecía andar como cualquier peregrino ya que la naturaleza le había dado ese cuerpo rotundo y esos pies grandes que pisaban fuerte.

"La tierra temblará bajo los cascos de caballos salvajes, el sol no hará sombra, verás pájaros a tu lado y el mundo a tus pies", pensaba cuando vió al camarero a escasos centímetros de su cara, bandeja en mano, y un pie detenido bruscamente y el otro en el aire.

Se disculpó y colocó su bastón en el suelo.

“En la Senda noreste del apóstol Tomás siempre se conoce gente y vos tenés que tener cuidado con eso…”

“Pero cómo se te ocurre hacer la Senda de Tomás con el problema que tenés?”

Le pareció escuchar entre sorbo y sorbo, mordidas a la tostada con dorado aceite y miradas perdidas al paisaje que ya se podía ver.

Cuando escuchó claramente su nombre era demasiado tarde para escapar.

Alfonso!!!

Pero cómo vos por acá!!

Pero mirá que es chico el mundo, nos venimos a encontrar en la Senda del Apóstol Tomás, nada menos!!

Desde cuando, bla, bla… ¿Y qué fué de tu vida, seguiste con aquella chica?, bla, bla… mirá vos tán lejos te vengo a encontrar !!

Alfonso contestó a todas las preguntas, terminó la tostada, miró por la ventana cómo el astro rey iluminaba su mesa, la de los peregrinos ciclistas, la mitad de la barra, la vitrina del fondo, dejando en sombras el resto y pidió la cuenta.

Pedro, el amigo re-encontrado decidió acompañarlo.

Mochilas al hombro ascendieron una cuesta, al fondo el paisaje era montañoso con colinas armoniosas con verdes diferentes en un bello contraste con el cielo azul y las pocas nubes donde el sol iluminaba con desigual intensidad mientras ascendía en el cielo.

Quiere contarle a Pedro lo que le pasa , las últimas palabras de su padre recordando su herencia inevitable, pero la confianza de antaño y allá lejos habían quedado muy atrás y ahora era un peregrino que ha encontrado, uno de tantos que cada año decide hacer la Senda del Apóstol Tomás por las variadas y diversas razones que hacen de cada caminar una historia nueva.

Pedro lo miró y dijo: Qué calor de repente, verdad?

Buscó el frescor de una galería bajando una hondonada, apoyó el bastón en un árbol enorme, se quitó el gorro, la mochila y el sueter, buscó la cantimplora para beber agua, acomodó el sueter en el fondo de la mochila, se desperezo, se dió la vuelta y le ofreció agua a Alfonso.

Pero Alfonso no estaba.

Por ningún lado.

Avanzó un poco fuera de la galería buscándolo.

Escudriñó a lo lejos, sus ojos subiendo y bajando lomas, no vió tampoco sus cosas tiradas al descuido en una repentina urgencia.

Alfonsoooooooo!!!!

El eco le devolvió su voz, el viento agitó las ramas suavemente, el sol estaba justo encima y a lo lejos con el tilín tolón de los cencerros de fondo escuchó galopes de caballos que hacían temblar la tierra y tapando el sol un pájaro enorme que jamás había visto...


Inevitablemente el tipo podía volar