martes, 30 de septiembre de 2014

GABRIELLE

La alemana camina sola.
La alemana dice con dificultad:
"I want to walk alone"
Resopla la alemana incómoda
En su idioma think...
"How, how can i say?"
Nos cruzamos,
coincidimos,
tres albergues compartidos
Gabrielle vive entre Stutgart y el lago Constanza
Sola
Camina
Ella y su mochila naranja.
De Stutgart,bueno, a medio camino...
El nuevo integrante de la familia efímera escucha.
Ríe Gabrielle
Ríen sus canas y sus gafas de diseño.
I want to walk alone, que quede claro.
¿Nos volveremos a encontrar?
Se la llevó la niebla, el puente
y el desvío a la derecha.
A Zumaia por la montaña,
Gabrielle
De Stutgart, bueno, a medio camino
 entre Stutgart y el lago Constanza
Descanso,
Té, lluvia y risas
Torre de Babel: el alemán, la alemana, el italiano,
el catalán, el belga y la uruguaya.
No entendíamos las palabras.
Las risas comunicaban más.
Gabrielle ríe.
Va sola.
Ríen sus canas
I want to walk alone
Suenan los truenos
Cae la lluvia en el jardín
Las paredes son cristales.
Se escucha, se siente.
Lluvia y risas cantan alternandose con truenos.
Agua cayendo a raudales,
Gabrielle.
















AVANZA LA MAREA, BAJA EL SOL













Hemos estado en el fondo del mar.

La espuma estalla en las rocas del fondo.
La espuma revienta, salta y avanza.

Sube la marea
por delante y por la izquierda.

Mientras, detrás, en el acantilado, baja el sol.
La tierra rueda.

Mar y acantilado nos echan.
Las olas, la espuma, el bramido 
invaden este suelo de rocas chiquitas y negras
que antes era la playa extensa a la que llegamos.

Nuestra.
Ya no lo es.
Nos echa.

Se queda con sus rocas enormes.
Se traga la arena con piedras.
No nos deja más opción que irnos,
acorralados por el sol detrás del acantilado,
cercados,
relegados,
a asumir el empujón
ola a ola
hacia la escalera que sube a la pared de rocas
donde el sol se esconde.

Las olas avanzan.

El sol enfoca una gran roca
que brilla frente al acantilado
que va quedando en sombras
poco a poco.

Avanza la marea, baja el sol, 

una danza rítmica, constante e implacable 
acorrala el espacio rocoso.

Avanza la marea, baja el sol.

Son truenos las olas deshaciendose en las rocas.

No vemos más las algas, se las ha tragado el mar.












viernes, 19 de septiembre de 2014

HASTA LOS TÚNELES SON SINUOSOS


carretera montaña
carretera nubes
nubes de sombrero
de montañas
rocas
camiones
contrastes de verdes
carreteras sinuosas
curvas
árboles colgados de la montaña
el sol apareciendo entre las nubes
nombres vascos en los carteles
URTSUARAN
más curvas
y el sol entre las nubes
curvas hacia afuera 
curvas hacia adentro
se nubla otra vez
las cosas se caen
las calles se angostan
los carteles se suceden
IDIAZABAL
carteles ilegibles
las raíces
lo ancestral
el pico allá arriba
el viaje postergado
la ciudad que surge entre lo verde
más túneles
más camiones
vengo del desierto y el verde invade mis ojos
le da matices
de color
de relieve 
de texturas
casas en medio de lo verde
casas blancas en medio de lo verde
un túnel allá arriba
la cámara son mis manos ahora
todo surge en medio de lo verde
hasta los túneles son sinuosos
todos los colores destacan
el rojo 
el gris
el negro
la sombra de las nubes 
el brillo del sol
antes y después de túneles
largos
angostos
túneles cortos
gemelos
a distintas alturas
la vía del tren allá abajo
una estación antigua
con su reloj antiguo
el sol juega a las escondidas
entre las montañas
la memoria aparece
y desaparece
rodeamos el campo
buscamos atajos
por debajo
alrededor
de la montaña
las carreteras
los túneles
las nubes juegan
a las escondidas
jugamos a esquivar 
la montaña
pero aparece una y otra vez
hasta las casas son verdes







martes, 2 de septiembre de 2014

REGISTRO DE LOS HECHOS PREVIOS




... Que nadie se engañe, sólo consigo la simplicidad a través de mucho trabajo.

Mientras tenga preguntas y no haya respuestas continuaré escribiendo...

Clarice Lispector








La música lo invadía todo.
Benny Goodman, claro, cómo no, y Count Basie luego, la enumeración de las anécdotas conocidas, la cerveza que trajo Luis y la grappa; demasiado alcohol para tan poca comida.

Yo me preguntaba qué hacía allí hacía muchos acordes y algunos porros más allá seguí sintiendome rara, como incómoda.

El ambiente conocido, las conversaciones existenciales y filosóficas que sólo se quebraban con el anuncio de Ariel ó Esther de su próximo viaje a la India ó el excéntrico de Gabriel con su séptima ascención a alguna cumbre perdida en el Tibet, los sherpas pobres tipos, y todo eso.

Hubo algún momento de la tarde que sentí que todo aquello me pertenecía, era mi mundo, mi gente, las mismas lecturas: Borges, Amado, Galeano, Cernuda, Marosa di Georgio, Alfonsina...

El amor de mi vida entre los amigos mezclado con las copas, el candelabro sagrado, los kipás, las vivencias de los kibutz, la guerra, cómo no.

Yo misma encendiendo las velas, llevando todo mi mundo culto hispanoamericano a las antípodas del desierto con las contradicciones propias, los cuestionamientos sobre el rol de la mujer en la sinagoga...

Rebecca me miró como adivinando y me hizo un gesto que sólo ella y yo entendíamos por encima del humo de los cigarros, la cera derramada, la alfombra que unificaba a personas y cosas.

Todo eso ocurrió antes.

En algún momento desprendí como un velcro todo aquello, levanté como pude las rodillas, me puse de pié, sentí la habitación como lejana y se fué haciendo chiquitita hasta alejarse completamente.