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lunes, 5 de febrero de 2018

BOZA! BOZA!





FOTO DE CARLOS FERIA


BOZA! BOZA!
Gritaban
creyendo que habían llegado
a la tierra que con los brazos abiertos
los recibiría.

BOZA! BOZA!
Gritaban.

¿Qué sentimos al pisar la misma arena mojada 
que ellos pisaron?
¿Qué quedó en el aire de su grito:
BOZA! BOZA !
y su agonía luego,
y el silencio cayendo como el sol
confundiendo nubes y montañas en tonos lila
y oscureciendo el mar
y tiñendo la arena de muerte?

BOZA! BOZA!
Gritaban
creyendo que habían llegado
a la tierra que con los brazos abiertos
los recibiría.

BOZA! BOZA!
Gritaban.

Hoy los recordamos
pero no podemos devolverles la vida.
Los guardia civiles detrás de la valla, cómplices
mientras el manifiesto los nombra,
mientras el manifiesto habla de su acción letal.

Los guardia civiles no gritan.
Callan.
Cómplices.

Hoy los recordamos
pero no podemos devolverles la vida.
Ponemos claveles rojos en la arena
pero no podemos devolverles la vida.

BOZA! BOZA!
Gritaban.

Los guardia civiles no gritan.
Callan.
Cómplices.

BOZA! BOZA!
Gritaban.



miércoles, 12 de julio de 2017

NO DEJES DE CONTAR


Para Miguel Angel
Joven-viejo Periodista
Hermano de quienes sufren injusticia


No dejes de contar
lo que ves
joven periodista;
te tocó vivir
un tiempo interesante.

Si digo
una parte de mi
se va con vos,
me corto un brazo
y se va
en tu mochila.

Me llevás con vos
en el sistema limbico
del cerebro
que es donde las emociones
habitan.

Siento que viajo a Quios:
me separo
de las cálidas baldosas
y me dejan de importar
calor sofocante
y falta de mar.

Joven viejo que sabe,
que siente,
que padece
y empatiza,

No dejes de contar
lo que ves.





jueves, 14 de abril de 2016

NO DEJES QUE ENFRIEN TU CORAZÓN



Volviste al líquido elemento, pequeña,

más amplio,

más frio,

más azul.





Foto de Marta Girón Adán

jueves, 7 de enero de 2016

INMACULADA: NUBLADO DIA DE LAS PLAYAS








Dedicado a mis amig@s viajer@s:
 Alicia, Elena, Felipe, Fran y Marcelo




Inmaculada concepción

que dio al día

aire de fiesta.

Nublado día: 


que llueve

que no.


Concebiste

inmaculada

sin el goce

y nos diste

a las gozosas


no inmaculadas

un día de fiesta

con nubes,

fuentes que cantan

y pájaros que emiten sonidos.




Las palmeras quieren alcanzar el cielo

pero no llegan.

Las lenguas lanzan sonidos al aire

e interrumpen

ó acompañan

al agua que cae

y a los pájaros.                                                         
                                                                                           


Del otro lado del mar 

geiseres emanan de la tierra

y emborronan lagartos

perezosos y camaleónicos.



Una pátina gris y nostálgica

aquieta la tarde 

del recuerdo

de la que por varón no fue asaltada

ni elevada al sublime gozo.

¿Es mácula el goce de la carne,

el maravillosos encuentro 

que transforma,

une y contagia de alegría?



Un poco más cerca

el frío,

los castillos

y los museos

atraen las miradas

de los liberados

del yugo del trabajo.



Día de las playas.

Siempre,

esté donde esté

el ocho de diciembre será

día de las playas.

Día oficial

para meter los dedos blancos

de los pies

en el mar salado

y sentir el sol en la piel.






lunes, 10 de noviembre de 2014

LOS PECES DE ABDELLAH ECHMARGHI


MARTA P. DE MADRID                  


Que tire la primera piedra
 quien nunca haya tenido
manchas de emigración
 en su árbol genealógico
JOSÉ SARAMAGO

Somos bisnietos ó tataranietos de inmigrantes
apellides donde apellides



Veía sus sonrisas reflejadas en mí.
Venían con palos muy finos de madera e hilos 
que quebraban el reflejo de los troncos de los árboles en mis aguas.
Estaban mucho rato esperando,
lo sé por que la luz de allá arriba cambiaba,
aparecía por las colinas del este
y se iba trasladando por encima de mis aguas
hasta dejarme con mi oscuridad y mis peces.
Mis peces.
Eso venían a buscar, mis peces.
Sólo eso quebraba la calma, el silencio.
Entonces los hilos hacían que me moviera,
y de mis entrañas surgían los peces.
Los ponían en una cesta de mimbre cuyo fondo veía 
y sabía que cuando estuviesen llenas se marcharían.
Volvían al dia siguiente y al otro.
Me había acostumbrado 
a sus cestas, sus hilos y sus sonrisas.
Con mis oidos-caracolas escuché sus nombres:
Amar El Asir,
Abdessamad Ezahri,
Abdellah Echmarghi,
Mustapha El Bettani,
Mohamed El Hadri...

No volvieron a venir.
No los vería nunca más.
Una tarde de agosto 
mis aguas se tiñeron 
con una mancha extraña.
Una barca muy pequeña 
empezó a avanzar por mis aguas, 
distinguía apenas sombras, 
bultos que sobresalian por los lados.
De pronto sentí un golpe seco.
Alguien descendió
hasta las profundidades de mi azul.
La claridad de allá arriba no estaba,
la oscuridad era total, 
sólo interrumpida por ráfagas de luces
procedentes de otras embarcaciones
más grandes y pesadas.
Desde entonces echo de menos 
la serenidad de los muchachos morenos
que venían a buscar sus peces.

Nota: 
Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia. 
Los nombres corresponden a los primeros desaparecidos en el Estrecho de Gibraltar cuya filiación ha sido documentada ó confirmada por sus familiares en Marruecos.
Todos ellos eran vecinos de Alcazarquivir en Marruecos.
Sus edades oscilaban entre 19 y 30 años en el momento de su desaparición.
No se ha vuelto a tener noticias de ellos desde el 15 de diciembre de 1991.
La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía entregó sus datos a la Subdelegación del Gobierno de Cádiz. 
Posiblemente, embarcaron en una misma patera. 
Fuente: Moros en la Costa. Juan José Tellez. Editorial Debate, 2001








jueves, 6 de noviembre de 2014

EL MAR A UN PASO


"...Entonces llórame un río que lleve hasta una ruta
que doble hacia una autopista que va y va
y hurga en tus memorias
Tan lejos tan viejas."
Mis ojos  (de Angeles Extraños)  Laurie Anderson








Una luna a medio hacer
en un pan con puente untado con mantequilla de levante
y llovizna algecireña.
De entrada.
De primer plato:gambas rebozadas con sol de invierno 
que obliga a quitarse el abrigo.
Unos kilometros mas adelante una venta y un avión
que quiere pararse en mitad del vuelo
y encima de un sistema de regadio.
De segundo un filete de ternera argentina
en un barco a Marruecos
con guarnición de gaditanas histericas de compras.
De bebida una cerveza fria en medio del mar
con estrellas del Campo de Gibraltar
flotando entre la espuma.
De postre no había nada previsto.
Llegaron unos dulces estepeños con receta de telediario incluida.
El cafe vino después. Con nata.
Ya habían dado las doce. El mar estaba a un paso.
Sonaron las campanas.
Sonaron los besos de felicitaciones.
Sonaron los chinchin del cava y no había nadie
con quien intercambiar una sonrisa.
Se metió en el mar sin pensarlo.
Estaba frio.



miércoles, 5 de noviembre de 2014

SURREALISMO QUE SUBE A UN TREN EN BUENOS AIRES







                                                                                       PAISAJES CON FERROCARRILES PINTADOS AL ÓLEO
                                                                                                                                 JANET TERNOFF


Se tomaron el tren de las tres.
A las tres y media.

Mientras el tren se iba.
Se alejaba lentamente como si nada. 
Como si nada no, como si, como si...
Como si la espuma del mar alcanzara una dimensión gigantesca y se subiera a aquella casita sobre la colina, allá lejos, ¿la ve?
Si. la blanca con dos ventanas.
Le  vemos solo una parte.
Una parte de la realidad subida a una ventana.
Intentando saltar.
EL SUR
El, surcando los mares se alejó.
Elsurrialdo se fué al sur.
Els Urrkitz le dijo:sacate los zapatos.
Un tren, una colonia, una colina, se fué, se alejó, como si nada, como si..., como si...
El libro sobre la mesa y el disco girando.
Los libros girando, las mesas, el mareo, el éxtasis.
Y las manos.                     
Un tren.
Otro tren.
Que arranca.
Las manos.
Que arranca las manos.
y arrancó y yo subía y me tendieron las manos unos señores y ella se fué a Bahía en tren.
Y ahora no hablamos.
Como antes.
Que yo le tiraba una piedrita a su ventana y entraba.
En su vida.
Y me subieron.
A mi, mi mochila y mi flauta.
Y lloraba y el tren había partido.
Sin tocar Buenos Aires.
Tocandola toda, desde santa Fé y Corrientes.
Bar blanco y negro desde donde hablar por teléfono a Gabriela que vivía enfrente.
Y llovía aquella tarde.
Y yo vi aquella tarde un ciervo.
Y yo viajaba a gran velocidad aquella tarde mientras un ciervo se asomaba.
Los vidrios empañados.
Los ojos empapados.
Tocando BuenosAires.
Negando la vida para nacer de vuelta.
Perdiendo el poema para volver a escribir.
Olvidando el camino para volver a andar.
Ni tren.            
Ni tarde de lluvia.
Niaskatruca pirondanga.
Lluvia maldita del no andar.
Y entonces le dijo: 
Prondinga askatrabuca.
Y entendió las estrellas y la noche.
La luna y la espuma de afeitar.
Y los cordones de los zapatos amarillos.





     








martes, 30 de septiembre de 2014

AVANZA LA MAREA, BAJA EL SOL













Hemos estado en el fondo del mar.

La espuma estalla en las rocas del fondo.
La espuma revienta, salta y avanza.

Sube la marea
por delante y por la izquierda.

Mientras, detrás, en el acantilado, baja el sol.
La tierra rueda.

Mar y acantilado nos echan.
Las olas, la espuma, el bramido 
invaden este suelo de rocas chiquitas y negras
que antes era la playa extensa a la que llegamos.

Nuestra.
Ya no lo es.
Nos echa.

Se queda con sus rocas enormes.
Se traga la arena con piedras.
No nos deja más opción que irnos,
acorralados por el sol detrás del acantilado,
cercados,
relegados,
a asumir el empujón
ola a ola
hacia la escalera que sube a la pared de rocas
donde el sol se esconde.

Las olas avanzan.

El sol enfoca una gran roca
que brilla frente al acantilado
que va quedando en sombras
poco a poco.

Avanza la marea, baja el sol, 

una danza rítmica, constante e implacable 
acorrala el espacio rocoso.

Avanza la marea, baja el sol.

Son truenos las olas deshaciendose en las rocas.

No vemos más las algas, se las ha tragado el mar.












jueves, 17 de julio de 2014

¿EL MAR?




                                                       MARK SASHA


¿el mar?
¿la mar?
ruido de olas, 
color de espuma,
huellas de pasos de gaviotas en la arena mojada,
salitre,
conchas trituradas que pinchan, 
olas delineantes: lineas finas en la arena, 
algas, caracolas, medusas...
¿el mar?
¿la mar?
barcos enormes con turistas a bordo, 
barcos de pesca en noches de tormenta,
veleros blancos en mañanas azules y horizontes verdes,
¿el mar?
¿la mar?
agua, mucha agua al borde de la tierra,
fin del camino, principio de todo,
hogar de peces, corales, ballenas, tiburones...

no puedo definir el mar
una mañana me fuí a bañar, caí y el mar me tragó
dí vueltas y vueltas y vueltas muy cerca de la orilla
podía ver a los niños jugar con sus palas y moldecitos de plástico
manoteaba el aire queriendo escapar
mis pies se hundían en la arena blanda,
tropezaban con las piedras,
perdía el equilibrio, 
mis rodillas golpeaban las piedras,
volvía a caer
era imposible pero no podía salir
a respirar el aire
a tumbarme en la arena
a caminar...

entonces el mar me definió a mí.






martes, 27 de mayo de 2014

LA LUCHA CONTINÚA


La esterilla, el saco de dormir de la última acampada, la mochila que dormía en el trastero... se quedaron en el pasillo de la vieja casa.

La marcha había terminado con éxito, debían volver a sus cuarteles a la espera del tiempo del estío y el mar.

Pero no se movieron.
Permanecieron cerquita de la puerta como esperando...
















lunes, 26 de mayo de 2014

CANDIDO





Fotografía de juan Angel Urruzola
www.amsterdamsur.nl


La escollera Sarandí prolonga una calle de la ciudad vieja, la calle Sarandí que se alarga abandonando paulatinamente su empedrado como una corte de enamorados para abrazar el único amante auténtico, el mar.

Han anunciado tormenta.

El aire se calma.

Un gris oscuro enmarca los pasos de Candido Odriozola, 18 años, alto, cara de vasco, rostro alargado, nariz prominente, mirada lánguida, largo cuello.

Traje y sombrero al uso, elegante, camina flanqueado por los rayos que descubren las fachadas coloniales de Montevideo.

Un rezongo enojado y corto quiebra la calma chicha.

Las azoteas cuadradas e iguales tienen por un momento cuernos luminosos de un toro que nadie ve, dan cornadas de luz al cielo y desangran las nubes en azules.
A Candido le fascina.

La tormenta alarga el dedo índice de cargazón en el aire y le llama.

Le agarra del fondillo de los planchados pantalones y le lleva calle abajo.

A medida que camina la calle se angosta.

Las de la izquierda terminan en la costa sur.

Las de la derecha acaban después de una pendiente muy acentuada en la bahía y el puerto capitalinos.

El ladrido de un perro da verosimilitud a la noche tormentosa.

Candido avanza, apurando los pasos por el empedrado y divisa mar por todos lados.

Las gotas comienzan a caer como si no fuera con ellas, como por descuido hasta que se animan y se precipitan todas juntas lavando Montevideo.

El joven llega a la punta de la alargada escollera empedrado tras paso apresurado anhelante de ser público de aquel espectáculo único.

Su juventud y su sombrero trascienden la bahía.

Llueve.

Llueve como únicamente llueve en Montevideo, un llanto interminable de una lavandera humilde.

Como fuegos de artificio, los refucilos de los gauchos bosquejan la silueta de Candido, empapado, aterido y no importando, recita para sí las historias que ha leído, tempestades, barcos, navegantes, piratas, Río de la Plata confín del mundo, entrada a “El Dorado”, sitio de paso...

En rondas de mate futuras relataría que sintió unos pasos detrás, con el taconeo que no sabemos a que pies pertenecen ni que motivan a sus dueños a moverlos ni adonde se dirigen, excepto a nuestro encuentro, para qué.

La oscuridad es tan inmensa como el mar que se precipita más acá de la escollera.

Un refucilo enciende la luz y allí está, con su uniforme de policía preguntándose qué hace allí ese joven calado hasta los huesos, de porte elegante y sombrero empapado.

Su lógica de autoridad que controla y no permite, su lógica de obediente que se crece en las prohibiciones que le dicta una ley que él no ha hecho, le convence de la inminente acción de contrabando que se estaba llevando a cabo bajo aquellas condiciones climáticas ideales para tal fin...


Candido, Beba, Bitucha y Magdalena
                                                        Escollera Sarandí al atardecer









domingo, 23 de febrero de 2014

EL MAR POR VEZ PRIMERA

Escuchó ruido de truenos a lo lejos.
Había vivido algunas tormentas, el cielo se oscurecía y caía agua como si alguien tirara baldes llenos, un ruido furioso que cambiaba de pronto a un susurro de agua fluyendo sin parar.
Desde que empezaron a bajar el cerro el ruido aumentaba, y ese olor....

Todo era verde en los poquitos años que llevaba en este mundo, verde de los campos de labor o marrón de la tierra...azul el cielo ó gris....amarillo el sol, blanca la luna....rosada la piel de mamá....

Se levantó viento, y la cosquilla del pelo en su cara le dio risa....
Cuando abrió de nuevo los ojos, el azul del cielo y el blanco de la luna habían bajado a sus pies, le habían robado el sonido al trueno y se habían llenado de agua.