viernes, 12 de octubre de 2018

MIMI Y SU SONRISA RUBIA

Estaba en un pais extraño, diferente y todo, todo, todo lo que fuera distinto a "los estados" le fascinaba.
Decia "los estados" como quien dice "sweet home" ó "sweet country".
Sin embargo vivia ese empuje vital a viajar, salir constantemente de "los estados" llevandolos consigo a medida que se alejaba con su cabellera rubia y su sonrisa rubia y sus orejas rubias y
su juventud en los zapatos.

Cuando estaba en España, frecuentaba antros de mala muerte, bares pequeños llenos de humo y casas comunales, centros ocupados autogestionados, donde se practicaba trueque y se tocaban instrumentos.

A Mimi le parecian exoticos, raciales, sin percatarse que lo mas extravagante que habia alli era ella con su pelo rubio y su sonrisa rubia y sus orejas rubias y su juventud en los zapatos.

Mimi en Méjico escuchaba corridos y usaba faldas de muchos colores y blusas bordadas.
En Tanger fumaba hachís y recorría los mercados y compraba mochilas de cuero que luego usaba en la baja California cuando volvía a "los estados".
Mimi se ladeaba el sombrero frente a la Tour Eiffel y compraba baguettes en las panaderías y tomaba cafe en Montparnasse de París.

Pero nunca dejaba de ser Mimi, eterna estudiante de Antropología, peter pan femenina de "los estados".
Mimi observaba la vida de otros seres lejanos de su baja California.
Todo lo humano le era ajeno, todo lo humano le era exótico, extravagante, un juego en el que solo participaba como espectadora.

Un dia en una lejana playa del otro lado del mundo, lejos de "los estados", una ola la tapó y el frío y la sal y la espuma y el olor del mar la despertaron.
Mimi, de sonrisa rubia, Mimi, con la juventud en sus zapatos gastados de tanto andar, se vio a si misma lejana,
detenida en el tiempo, plana, sin matices, sin dimensiones.
Y cambió.

Y volvió a España y se enamoró y bailó flamenco y vivió por dentro lo que sentía.

Regresó a Méjico y escuchó las historias de bocas de las mujeres que peleaban duro el día a día y se levantaban apostando por la vida aunque algún  malnacido se hubiera llevado por delante la vida mas cercana y mas querida.

Y volvió a Tanger y entre porro y porro aprendió palabras árabes mezcladas con otras en francés.
Supo de los barcos rotos que cruzaban el estrecho con africanos y africanas y  africanitos desplazados por hambre, guerras e intereses de países como el suyo donde "los estados -sweet home - sweet country".

En Francia no volvió a Montparnasse; quizo conocer Calais para contar en el viaje de vuelta que pasó allí con personas como ella, con su pelo rubio y su sonrisa rubia menos sonrisa y más  mueca, que un buen dia tuvieron que salir de lugares otrora exóticos para inventarse de nuevo la vida que les fue negada.

Estaba en un país extranjero, diferente, y todo, todo, todo lo que fuera distinto a "los estados" la sumergia en la humanidad que no le era ajena, Mimi con su sonrisa rubia, su pelo rubio, sus orejas rubias y la juventud en los zapatos rotos.



2 comentarios:

  1. Es tan complejo como bello tu cuento, me he paseado con Mimi por todos esos sitios que describes mayoritariamente en Francia. He soñado despierta un instante infinito con tu historia y senti la humedad de las olas y la sal en el viento. Te felicito...❤

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  2. Gracias por el viaje y la invitación a meternos en los zaparzade Mimi... gracias por seguir encontrado energía para escribir, gracias por tu pasión y tu conciencia...esa que compartes e invitas tab generosamente...te abrazo siempre que quieras

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