martes, 2 de septiembre de 2014

REGISTRO DE LOS HECHOS PREVIOS




... Que nadie se engañe, sólo consigo la simplicidad a través de mucho trabajo.

Mientras tenga preguntas y no haya respuestas continuaré escribiendo...

Clarice Lispector








La música lo invadía todo.
Benny Goodman, claro, cómo no, y Count Basie luego, la enumeración de las anécdotas conocidas, la cerveza que trajo Luis y la grappa; demasiado alcohol para tan poca comida.

Yo me preguntaba qué hacía allí hacía muchos acordes y algunos porros más allá seguí sintiendome rara, como incómoda.

El ambiente conocido, las conversaciones existenciales y filosóficas que sólo se quebraban con el anuncio de Ariel ó Esther de su próximo viaje a la India ó el excéntrico de Gabriel con su séptima ascención a alguna cumbre perdida en el Tibet, los sherpas pobres tipos, y todo eso.

Hubo algún momento de la tarde que sentí que todo aquello me pertenecía, era mi mundo, mi gente, las mismas lecturas: Borges, Amado, Galeano, Cernuda, Marosa di Georgio, Alfonsina...

El amor de mi vida entre los amigos mezclado con las copas, el candelabro sagrado, los kipás, las vivencias de los kibutz, la guerra, cómo no.

Yo misma encendiendo las velas, llevando todo mi mundo culto hispanoamericano a las antípodas del desierto con las contradicciones propias, los cuestionamientos sobre el rol de la mujer en la sinagoga...

Rebecca me miró como adivinando y me hizo un gesto que sólo ella y yo entendíamos por encima del humo de los cigarros, la cera derramada, la alfombra que unificaba a personas y cosas.

Todo eso ocurrió antes.

En algún momento desprendí como un velcro todo aquello, levanté como pude las rodillas, me puse de pié, sentí la habitación como lejana y se fué haciendo chiquitita hasta alejarse completamente.





1 comentario:

  1. ¡Enhorabuena, Magdalena! Me "enganchó" tu relato completamente, dejándome con ganas de más. ¡Saludos!

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